Día de la visibilidad trans: contar nuestras vidas
El foco mediático de las vidas trans nunca está en nuestro gozo, sin o en nuestro dolor, y las estrategias de creadores de contenido cis está en la transfobia. Lo cotidiano es la resistencia
La población trans, en el mundo, ronda entre el 1 y el 3% de la población total. Una de cada cien personas (o tres en cada cien) somos personas trans en medio de una inmensa mayoría cisgénero. Quizá es esa misma inferioridad numérica lo que hace tan efectiva la retórica contra nuestros derechos, nuestra humanidad y nuestra mera y plena existencia.
Hoy es el Día de la Visibilidad Trans, un día en el que supuestamente se conmemora la lucha viva y activa de la población trans. En un año en el que los derechos más básicos de nuestra comunidad están en riesgo por la ola de fascismo antigénero en Estados Unidos, Argentina y Europa, no deja de ser doloroso y predecible que medios “aliados” y creadores de contenido se enfoquen en “guías para las personas cis”, el transfeminicidio y la violencia cotidiana, en vez de ceder el espacio para las personas trans.
Contranarrativas, gozo trans y la construcción de lo que no está todavía
José Esteban Muñoz escribió en Utopía Queer cómo el pensamiento, la praxis y la resistencia queer en los años 80 y 90 fueron parte de un movimiento de resistencia contra la pandemia de VIH, pero también la conformación de una utopía, un espacio que todavía no está, una crítica al presente desde el futuro que-todavía-no-es, pero que en medio de la contraposición a la heteronorma puede imaginar el ritmo propio de lo queer como un espacio de cotidianidad que rebasa la lógica capitalista y heterosexual/cisgénero.
La utopía no la podemos construir desde el dolor y sólo desde la resistencia: sin embargo, pareciera que para las personas cisgénero, la existencia trans es sólo eso. Lucha, dolor, discriminación, violencia. Los números de transfeminicidios, la esperanza de vida de las personas trans —sumada toda esta violencia a la que no se explicita: la invisibilización de las transmasculinidades y de las personas no binaries—… El Día de la Visibilidad Trans sólo sirve, para estos medios y estos “aliados”, para hacer visible el dolor cotidiano y no el gozo, la lucha, pero no la construcción de resistencias también cotidianas, pero comunitarias.
Cuando, fuera de los temas de la comunidad trans, pensamos en el combate de la desinformación y cómo confrontarla, sabemos plenamente que la construcción de contranarrativas es el ejercicio más efectivo: sabemos que más que proveer datos o simplemente desmentir las falacias, el presentar testimonios e historias de vida permiten humanizar el tema y “aterrizarlo” en la experiencia vivida de una persona. Pero algo pasa cuando se habla de la existencia de las personas trans, de las personas no binaries, de las transmasculinidades, nuestras voces no existen, nuestras vidas no son escuchadas, nuestra experiencia no tiene cabida en sus estrategias de contenidos, en su “dar el espacio”.
Este es mi cuarto día de la visibilidad trans que vivo desde saberme trans, desde vivirme públicamente como una persona trans no binarie. Y han pasado todos y cada uno de estos años con la misma molestia y dolor de ver a medios, creadores y colectivos “aliadxs” que se niegan a escucharnos, a vernos o a entender los caminos de esa utopía que vamos construyendo entre, sí, dolor y lucha, pero también sonrisas y baile, y juegos de mesa y abrazos y mucha, mucha, mucha paciencia y cariño.
La insistencia en nuestro dolor impide, también, a las personas que no conocen (o, más bien, creen no conocer) a una persona trans como eso, una persona y no un objeto de curiosidad o “valentía”. Centrarse en nuestra transidad facilita la fetichización y la vulnerabilidad social, jurídica y política. Centrarse en la violencia, incluso si están buscando desmontarla, nos coloca como víctimas constantes y no como sujetos autónomos y con agencia propia.
¿Y, si en vez de hablar por nosotrans, nos escuchan? Eso nos haría un poco más visibiles, ¿no?