Contar nuestras historias III: Despriorizar la mirada y el prejuicio cis
¿Cómo contamos nuestras historias de vida, cómo hacemos comunicación y periodismo trans y LGBT+ sin poner en el centro a las personas cis?
¿Cómo narrar nuestras historias, cómo contar del gozo de nuestras vidas y de descubrirnos personas trans?, ¿cómo hacerlo si todo el tiempo estamos a la defensiva en una creciente ola de transodio? ¿Cómo vivir en plenitud si muchxs de nosotrans nos enfrentamos a familias que nos expulsan, precariedad laboral y económica y violencias estructurales que hacen la vida cotidiana, a veces, casi imposible de vivir?
Los estudios de expectativa de vida y de muerte por suicidio dentro de la comunidad trans muestran una y otra y otra vez que vivir en una comunidad que respeta nuestra identidad, con acceso a servicios de salud, legales y educativos reduce las ideaciones suicidas y de muerte en más del 95%. Las infancias trans que crecen en ambientes que validan su proceso de transición social y les apoyan en cada paso tienen vidas tan felices y tan plenas como cualquier persona cis puede tener.
Hacer periodismo o hacer contenidos como una persona trans, como colectiva u ONG defensora de derechos humanos, la urgencia de hablar de la violencia cotidiana es a veces insalvable: tenemos que hablar de los transfeminicidios, tenemos que hablar de la violencia médica, tenemos que hablar de la dificultad de homologar documentos de identidad, del prejuicio, de las agresiones cotidianas… Y sí, tenemos que hablarlo.
Al ser ya varias generaciones nativas o integradas a la digitalidad y las redes sociales, tenemos conciencia clara del discurso antitrans que vive en ellas. Sabemos del odio y de lo fácil que es encontrar “avisperos” de hombres cis y de feministas transexcluyentes sólo por existir y publicar algo sobre nuestra transidad o para defender a una persona trans, objeto de acoso selectivo.
Ubicamos a las celebridades cisgénero nacionales e internacionales que luchan activamente por eliminar los pocos derechos que hemos ganado, y también a las celebridades cisgénero que a veces responden a ese odio con un par de posteos o respuestas claras en entrevistas.
La validación a partir de la mirada cis
Pedro Pascal, además de ser -pareciera- una de las únicas 4 celebridades latinas en Hollywood en los últimos 5 años, ha ganado el cariño de muchas personas trans porque, inequívocamente y siempre que se le pregunta, defiende los derechos de la comunidad trans en los Estados Unidos, en medio del creciente odio y políticas públicas que están empujando a las personas trans cada vez más hacia la ilegalidad sólo por existir.
Pedro, cabe decirse, tiene una hermana trans, Lux. Todas esas veces que se el pregunta sobre los derechos trans, los medios retoman el comentario mencionando a Lux, pero ninguno le hace una pregunta a ella, ninguno prioriza a la persona cuyos derechos están siendo violentados tanto en Estados Unidos como en Chile, donde vive. Porque lo único relevante de Lux para la prensa de espectáculos estadounidense (y, también, para los medios LGBT+ que cubren la nota), es que es hermana de Pedro Pascal.
La validación de nuestra opinión, expertise y hasta experiencia de vida, en la narrativa mediática, tiene que atravesar a una persona cis que “dé el visto bueno” por nosotrans: ya sea un segmento muy bien construido sobre las mentiras y prejuicios alrededor de la participación de mujeres trans en los deportes, o la última celebridad británica que le respondió un tuit a JK Rowling.
Esta necesidad de validación cis existe en estos medios porque no hay personas trans en posiciones toma de decisiones: no hay editores trans que identifiquen estas narrativas gastadas y que propongan otras formas de narrar la experiencia de vida de las personas trans.
Como lo escribía en las dos entregas anteriores de este especial (que no sabía que lo sería): incluso los medios “aliados” optan frecuentemente por ignorar las voces de personas trans respecto a temas que nos impactan directamente. Ya sea el día de la visibilidad trans o la última decisión judicial en Reino Unido, salen las mismas autoras de siempre a explicar (mal) temas que personas trans con mucho mayor expertise pudieran desarrollar.
A nivel individual, esta necesidad de validación desde la mirada cis se explica por múltiples factores que no son fáciles de determinar y que no voy a extrapolar a partir de mi propia experiencia.
Pero si hacemos periodismo, si trabajamos en el impulso de derechos humanos o si hacemos contenidos en redes para personas trans y diversidades sexo y género disidentes, necesitamos URGENTEMENTE despriorizar la mirada cis y, con ella, también el prejuicio.
Discurso de odio y “verificación”: o debatir con fantasmas para terminar validándolos
El discurso de odio siempre ha existido en redes sociales, y siempre se enfoca principalmente en los colectivos más vulnerables en momentos determinados. Con el regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, se comsolidó una alianza entre los “tecnobarones” de Silicon Valley y la Casa Blanca trumpista que ha dejado atrás la pretención de preocuparse por la diversidad y la eliminación del discurso de odio en las plataformas digitales.
Sin las pocas herramientas para hacerle frente al odio digital, la violencia se ha desatado contra periodistas activistas y cualquier persona trans en estas plataformas: Twitter es inutilizable a estas alturas, Threads está muy cerca de serlo, FB es una fosa de bots y cuentas anónimas buscando estafar a lxs usuarixs, y TikTok e Instagram frecuentemente empujan los contenidos hacia poblaciones completamente opuestas a que tengamos derecho a la simple y mera existencia.
Frente a la crecida de odio, confrontar los prejuicios y los puntos de argumentación de éstos con datos y voces “de autoridad” que los desmientan parece una estrategia clara. Los hechos y los datos son los elementos que estos grupos siempre dicen que “nos desmienten”, así que si ponemos a personas cisgénero que desmientan los datos, claramente las opiniones cambiarán y, si no llegaran cambiar la de los difusores de esos discursos de odio, al menos sí lo harán para sus públicos y las potenciales audiencias que lleguen a nuestros contenidos desmintiendo los suyos… ¿no?
No.
Ni las opiniones van a cambiar, ni vamos a frenar la radicalización de las audiencias ya cautivas de los creadores de contenido antitrans por nuestros videos desmintiéndoles. De hecho, varias veces se ha demostrado cómo replicar una falacia antiderechos para “desmentirla” en redes sociales no hace más que impulsarla.
Y qué es despriorizar, entonces
Cuando hablo de despriorizar la mirada cis y sus prejuicios, hablo de escribir sobre nuestras vidas y nuestro gozo. Humanizarnos entre nosotrans y aprovechar las plataformas digitales no para desmentir discursos de odio, sino para encontrarnos entre ese odio y construir lazos y puentes.
Cuando escribo sobre construir contranarrativas no estoy escribiendo de hacer fact checking a Laura Lecuona, sino a dejar de mencionarla. Tenemos, urgentemente, sí que luchar contra el transodio, que denunciar la violencia transfeminicida y contar a todas las personas trans asesinadas y desaparecidas en este país, pero no podemos quedarnos ahí, porque si sólo contamos la muerte, no podemos apreciar nuestras vidas.
Nuestras vidas que no son escuchadas, no son vistas y no son leídas porque tenemos muy pocas personas trans narrándonos, fotografiándonos, escribiéndonos. El gozo de ser trans no debería de quedarse en nuestras redes. El gozo de ser trans no puede ser solo lucha, porque también tenemos derecho al descanso, al agotamiento y a tener un día sin levantarnos de la cama porque el burnout ya no nos deja más.
Tenemos derecho a vidas mediocres y sin hechos heroicos. Pero no vemos estas vidas, y no contamos estos días, porque tenemos que desmentir el odio y confrontar los prejuicios sin darnos cuenta que estamos peleando contra fantasmas, y van ganando.
La lucha también se hace desde el gozo, desde ignorar la lucha un momento porque nadie de nosotrxs pidió nacer trans. Nadie pidió nacer en medio de esta ola de odio. Todxs, por lo mismo, tenemos derecho a una vida, a un momento, de sentirnos plenxs.
Qué bonito final, qué importante y coyuntural tema (por Lux en Cannes jaja).