Televisaleaks: por qué importa y qué muestra que hace falta
Las revelaciones hechas pro Carmen Aristegui y su equipo de investigación, aunque parezcan obvias y que, por lo mismo "no son noticia", demuestran la urgencia de un periodismo de medios crítico
Esta semana, el equipo de investigación de Aristegui Noticias publicó un reportaje exhaustivo sobre un equipo editorial que, al interior de Televisa, orquestó campañas de desinformación, de apoyo y de manipulación de la opinión pública. Separado del equipo editorial de N+, este grupo determinaba objetivos de acuerdo a las necesidades empresariales y políticas de Televisa y su consejo empresarial.
El reportaje se basó en una filtración del mismo tamaño de Guacamayaleaks, más de 5 terabytes de información que tuvieron que ser analizados y contrastados con declaraciones de exempleados, entrevistas a extrabajadores y voceros de la empresa, y documentos oficiales de la empresa y de los señalados como clientes del equipo.
Más allá del nombre del grupo, los señalamientos en contra de Televisa y la construcción de narrativas, perfiles y cuentas falsas, algo importante que no se señaló en la investigación es que las estrategias de ese grupo son las mismas que todos los medios replican para lograr éxito en sus notas. El conocimiento que se necesita para construir una campaña para destruir la reputación de un ministro de la corte es exactamente la misma que todos los medios (incluido Aristegui Noticias) han replicado los últimos cinco años para “sostenerse” económicamente.
Por otro lado, estos “equipos especializados” no son nuevos ni solo ocurren dentro de Televisa: debido a que se requieren los mismos conocimientos para hacer notas sobre el clima o el último tiktok viral, las redacciones de estas empresas mediáticas han desarrollado equipos similares, ya sea para operar a favor de la empresa o para ofrecer sus servicios a políticos, partidos o intereses económicos.
Desde las elecciones del 2012, sabíamos de estos grupos de estrategas digitales enfocados en la construcción de “redes de bots”, revistas y medios fantasmas y grupos artificiales que operaban a favor del mejor postor. Vice publicó un reportaje donde mostraban cómo operaban, entonces, fuera de la protección de medios y en la clandestinidad apenas disfrazada de “consultorías”.
Entonces, ¿es algo nuevo lo que revela Aristegui o nos está diciendo que el agua moja?
Qué, en verdad, muestra TelevisaLeaks
En México, no tenemos un periodismo de medios: una rama de cada medio que esté al pendiente de qué está haciendo su competencia no para “monitorearla”, sino en cuanto agente político dentro de un ejercicio de mutua vigilancia y transparencia. Cuando hablamos de “crítica de medios”, se reduce a consignas de marchas, a la sospecha constante —y justificada históricamente— y a la desestimación de cualquier mensaje que se busque dar a través de los medios, particularmente los medios hegemónicos.
Lo que en realidad revela TelevisaLeaks es lo que no dice: la urgencia de este periodismo que exija periodismo real y transparencia a los medios de comunicación que, por décadas, han operado en completa opacidad y en constante relación poco clara (y rayando en la corrupción) con la clase política y los gobiernos en turno.
Si bien hay muchos problemas serios en el periodismo estadounidense, siempre ha habido una preocupación constante por reportar lo que se está haciendo en otros medios, hay periodistas especializadxs en cubrir movimientos empresariales y de staff; hay una rica tradición de develar complicidades y corrupción en las coberturas de la competencia, y se han formado ONGs para desapegarse de intereses empresariales, como Media Matters.
Urge en México y en toda Latinoamérica un periodismo que no se dedique a señalar errores en coberturas o desmentir un dato en una nota: estamos hablando de un periodismo que señale los errores estructurales que los medios de comunicación siguen cometiendo en pos de “sostenibilidad económica”, un periodismo que recuerde que no puede existir excelencia si no se pagan salarios justos, si los medios —en tanto empresas— no son capaces de respaldar a sus periodistas y no dejan de verlos solo como máquinas de producción sin capacidad creativa, investigativa o agencia. Urge un periodismo que le recuerde a los medios el periodismo que puede ser posible.
Este periodismo, en los Estados Unidos, también está bajo ataque y constante precarización: periodistas de medios, como Parker Molloy, Erin Reed o el mismo Media Matters han tenido de recurrir a campañas de fondeo y periodismo independiente a través de Substack, Patreon u otras plataformas similares, pero hay una audiencia que no sólo consume este periodismo, sino que lo apoya económicamente.
En México, este monitoreo y crítica al periodismo se encuentra encerrado en la academia, en coloquios y artículos que no logran romper el cerco de audiencia porque, en buena medida, tampoco lo buscan.
Nos urge entender, entonces, que no necesitamos una filtración de 5 terabytes para poder hacer un periodismo que critique a los medios hegemónicos, a las empresas que constantemente han desestimado a su audiencia y vulnerado a sus trabajadorxs. Necesitamos dejar de pensar en leaks y, más bien, en el periodismo de lo posible.