Otro Día de la Visibilidad Trans hablando de cis mediocres
No podemos darnos el lujo, pareciera, de hablar de nuestro gozo y nuestra resilencia sin que vengan medios y cis a cagarnos el pastel
El Día de la Visibilidad Trans se ¿conmemora? cada 31 de marzo desde el 2011. No es como que ese día hayan iniciado las protestas y actos políticos por disidencias sexogenéricas (desde el Baile de los 41 hasta Stonewall hemos estado al frente de las luchas), pero la oficialización del día ha permitido una organización lateral y coordinada para protestar frente a un Estado transodiante, medios extractivistas y la violencia sistémica.
Ese día, supuestamente, hablamos de nosotrans, de las familias que formamos y que elegimos, de todxs lxs que hemos sobrevivido, de nuestra resilencia y nuestra comunidad que, aun en constante conflicto, se une cuando es necesario. Debería de ser el día en el que reconocemos cómo hemos crecido por entre tanto trauma y dolor y nos recordamos y nos celebramos. Pero, como ha pasado cada 31 de marzo desde que me atraviesa este día, terminamos en medio de la discusión con personas, medios y algoritmos transfóbicxs que no sólo aprovechan el día, sino que nos lo arrebatan.
Una terrible primera vez: por qué nos preocupa tanto la cobertura de la boxeadora transfóbica
Desde el jueves 30, Medio Tiempo —la vertical de deportes de Milenio— redactó y publicó en redes sociales una nota centrada en la transfobia de una boxeadora mexicana mediocre cuyo único otro logro en su carrera deportiva fue arruinar la carrera de todo el equipo de Softball femenil en las olimpiadas de Tokyo 2020.
Múltiples medios mexicanos han hecho seguimiento a notas transfóbicas sobre deportes internacionales: el acoso contra Lia Thomas o el racismo entreverado con transfobia con el que fue atacada Caster Semenya.1 Sin embargo, estas coberturas siempre seguían un patrón que analicé en Polarización y transfobia: Miradas críticas sobre el avance de los movimientos antitrans y antigénero en México:
Siempre son notas sobre deportes de poco interés general o en categorías poco conocidas
Ocurren en otros países, por lo general del Norte Global, y hay una distancia, tanto de credibilidad como de interés para la audiencia nacional
Más que informar, buscan el enojo de un público que el medio sabe transfóbico
En este caso, todos los medios tenían como principal foco dos falsedades que daban por hecho:
Que Imane Khelif era una mujer trans argelina compitiendo a nombre de su país en el Mundial de Boxeo Amateur
Que la declaración de la boxeadora mexicana fue hecha de forma oficial, y no como un tuit con captura de pantalla de una noticia sin contexto ni fuente
Incluso El Universal fue más allá y borró por completo el nombre y la fotografía de Imane, y optó por convertir la declaración transfóbica de la boxeadora como parte central de una publicación de Facebook que duplicó en Instagram.
De acuerdo con CrowdTangle, la herramienta de monitoreo e investigación de Meta, en sólo tres días se hicieron 144 publicaciones mencionando a Khelif, 66 de ellas hicieron la llamaron una “boxeadora trans”.
En total, esas 144 publicaciones hicieron casi 600 mil interacciones en páginas de medios mexicanos, y tuvo un impacto no menor en medios de la región: en especial los que tienen coberturas antiderechos y son replicadores de información de medios tradicionales.
Toda la desinformación partió de un comediante regiomontano, “La Mole”, que fue retuiteado por la mediocre. El “comediante” simplemente decidió hacer una suposición sobre Imane porque ella no cuadra con lo que él entiende como “femineidad”, algo que de hecho es bastante común contra las mujeres racializadas con expresiones de género no normativas para la norma cis-heterosexual blanca.
La justificación para descalificar a Khalif del mundial de boxeo amateur de Nueva Delhi es la misma que se ha aplicado contra Caster Semenya y otras corredoras negras: el “alto nivel de testosterona” que, supuestamente, les da ventaja injusta sobre sus pares blancas —perdón, sus pares.
El señalamiento misógino (y racista) del comediante, así como la cobertura nacional que se hizo de la falsa transidad de Khelif puede poner en riesgo su vida: Argelia (como muchos otros países africanos colonizados por Europa) penaliza con cárcel la existencia en público de las personas LGBT+, y de acuerdo a Human Rights Watch, las disidencias sexogenéricas sufren altos grados de violencia.
Como ya he escrito en múltiples ocasiones, la forma como los medios “aterrizan” las primeras notas de una historia son vitales para trazar cómo será cubierto el caso por todos los demás. En este caso, el foco estuvo en la boxeadora mediocre y su victimización, y no hubo una sola persona en ningún nivel de las redacciones de decenas de medios que se detuvieran a hacer una investigación rápida sobre lo reportado por Milenio. Peor aún: ningún medio se detuvo a cuestionarse si lo publicado podría poner en riesgo al integridad, seguridad y dignidad de una persona que ya estaba pasando por una situación de discriminación cissexista.
Sí es frustrante, sí es cansado: sí se siente como un loop que no cesa(rá nunca?)
Cuando vi la nota de Milenio en mi monitoreo de la tarde, no me aguanté y tuitée; sabía perfectamente qué vendría al día siguiente, Día de la Visibilidad Trans, y todo el odio que enfrentaríamos y que tendríamos que confrontar: un odio disfrazado de “preocupación” por las mujeres deportistas que pierden tan a menudo(?) contra “hombres que se hacen pasar por mujeres”.
Cada que ocurre esta misma discusión, o sea, cada dos o tres meses, no dejo de darle vueltas al capítulo grotesco de Futurama que, hace 20 años, fue un capítulo transfóbico pero que (quizá con muy pocos cambios), ahora podría ser una parodia de estos mismos bulos.
Y le sigo dando vueltas porque me sigue pareciendo fascinante cómo, por ejemplo, en la democratización de temas feministas, ya se entiende claramente que el 8M es una fecha para conmemorar a las mujeres que han muerto por sus derechos, que se denuncian los problema sistémicos que siguen enfrentando las mujeres en México y el mundo… Pero el 31 de marzo sigue siendo un día en el que las personas cis tienen toda la libertad de amplificar sus prejuicios y su odio en redes sociales, y pasamos un día completo de NUESTRA VISIBILIDAD discutiendo con cuentas troll sobre nuestra existencia e identidad.
La semana que terminó con el día de la Visibilidad Trans fue, a nivel personal y profesional, terriblemente desgastante y terminé cansade y devastade, junto con muchas amistade trans y no binaries que venimos arrastrando burn out, neurodivergencias y un sistema capitalista que nos exige tanto sin darnos nada más que nuestra supervivencia.
Esta entrega de la newsletter fue un ejercicio de racionalizar la frustración y el enojo de pasar otro día más hablando de gente mediocre, en vez de todo el amor y el talento y la comunidad hermosa que construimos y que vamos formando a veces con montones de conversaciones incómodas, entre enojo y rabia, pero también mucho cariño y apoyo.
Me quedo con mi familia elegida, con la gente que me cuida y me respeta y a la que le hago de cocinar con todo mi cariño. Y eso, también, es un ejercicio de visibilidad.
Caster Semenya es una mujer cisgénero, una atleta de alto rendimiento que, debido al profundo racismo y a la creciente transfobia en el deporte institucionalizado, se ha visto obligada a renunciar a su carrera como atleta profesional. Apenas en marzo, la Federación Internacional de Atletismo modificó las reglas para las personas que buscan competir en las categorías femeninas, y estas nuevas regulaciones también afectan a personas como Semenya, que por cuestiones fisiológicas produce más testosterona que lo “permitido” por esta norma, lo que le prohibe competir de manera profesional.